CONSERVACIÓN DEL VINAGRE.

Los vinagres se conservan muy bien en barriles, pero sucede con frecuencia que los vinagres débiles se enturbian en verano, sobre todo cuando están expuestos a una alta temperatura; entonces es cuando se forman en él millones de anguilillas que lo echan a perder. En este caso, para aprovechar el vinagre, es necesario calentarlo hasta la ebullición y filtrarlo después.
Esta operación restituye el vinagre a su primitivo estado, dejándolo en las buenas condiciones que tenía antes de su descomposición.
CONSERVACIÓN DE LA LECHE.

Durante el verano se puede conservar la leche durante muchos días, añadiéndole por cada litro, un gramo de ácido bórico.
La presencia de este ácido no altera poco o mucho la cualidad de la leche ni la hace perjudicial a la salud.
PARA QUITAR EL SABOR RANCIO DE LA MANTECA.

Se echan doce o trece gotas de cloruro de cal por cada 400 gramos de manteca, y se bate perfectamente con una cantidad suficiente de agua para cubrirla; se deja reposar un par de horas y, renovando el agua, se bate de nuevo.
Por este procedimiento queda dulce y fresca la manteca rancia.
si se quiere darle el color amarillo que suele tener la manteca de vaca, no hay màs que batirla con agua limpia ligeramente teñida con azafrán.
PARA IMPEDIR QUE SE ENRANCIE EL ACEITE.

Esto sucede cuando está en contacto con el aire. Es una precaución excelente la de echar un poco de coñac de superior calidad en la vasija que contiene el aceite. La capa que forma este licor, impide que se produzca el enranciamiento.
PARA QUITAR LA ACIDEZ DEL VINO QUE SE VUELVE AGRIO.

Para cada cien litros de vino agrio, se tuesta un vaso de trigo, como se hace para el café. Se mete en un saquito de tela que pueda entrar fácilmente por la apertura del tonel o tinaja, y se introduce caliente en el vino, sosteniéndole por medio de un bramante. Se agita el tonel, y después se deja en reposo durante dos horas. Luego se saca el saquito del trigo tostado y el vino queda listo, completamente libre de su acidez.
COCIMIENTO QUE ABLANDA LAS LEGUMBRES.

El bicarbonato de sosa, cuyo sabor es mucho menos pronunciado que la sal común, corrige perfectamente el defecto de las legumbres que resisten a ablandarse, sin comunicarles olor ni sabor alguno.