CONSERVACIÓN DE LAS PERAS Y MANZANAS.

Para conservar dichos frutos se escoge un sitio seco(nunca desvanes ni cuevas) y se coloca en el suelo una capa de diez centímetros de espesor de paja de centeno; sobre ésta se arregla un lecho de frutos, que también tendrá un espesor de diez centímetros y que debe polvorearse con yeso; se añade después otra capa de paja de centeno y otra de frutas que también se cubre con yeso, construyendo de esa forma cinco o seis lechos de paja y otros tantos de frutos que se quieran conservar.
CONSERVACIÓN DE LAS PATATAS.

El procedimiento anterior sirve así mismo, para la conservación de las patatas; con él se consigue que dichos tubérculos conserven sus frescura e impide saquen vástagos blancos que tanto perjudican a su calidad nutritiva, haciéndola, al mismo tiempo, inútiles para la plantación
CONSERVACIÓN DE LOS TOMATES.

Se eligen los tomates bien sazonados y sanos, y se secan cuidadosamente, colocándolos después en una vasija de cuello largo, en la cual se vierte un líquido compuesto de ocho partes de agua, una de buen vinagre y otra de sal común. Se recubre este líquido con una capa de aceite puro de oliva y se guarda la conserva en un lugar caliente.
PARA CONSERVAR LAS NARANJAS Y LOS LIMONES.

En una cubeta bien limpia se pone una capa de arena muy fina, previamente secada al fuego. Sobre esta capa se colocan los frutos con el rabo hacía abajo y de modo que no se toquen. Se cubren con otra capa de arena de unos dos centímetros y se coloca la cubeta en un lugar que le dé aire.
CONSERVACIÓN DEL TRIGO.

Basta esparcir sobre el trigo hojas de yerzo, de boj o flores de cánamo. También da buenos resultados colocar en los graneros, manojos de heno fresco, renovándolos cada cuatro o cinco meses.
CONSERVACIÓN DE LOS VINOS.

El ácido salicílico es uno de los enérgicos antipútridos que se conocen; siéndolo en virtud de su especialísima influencia para detener todo movimiento de fermentación. Un decigramo de este agente por litro de vino es la cantidad suficiente para impedir que se verifique la fermentación acética o avinagramiento del precioso caldo.
En esta cantidad, y aunque fuera doble, el ácido salicílico no puede hace daño alguno a las personas que beba el vino así preparado. Por otra parte, no quita al vino nada de su color, olor ni sabor.